miércoles, 9 de enero de 2008

José Ortiz Echagüe

Biografía:

Nacido en 1886 en Guadalajara. En 1898 recibió su primera cámara fotográfica en compensación a la negativa familiar de formarse como pintor, al igual que su hermano Antonio. En 1903, después de pasar gran parte de su infancia en Logroño, lugar al que habían destinado a su padre, también militar, ingreso en la Academia de Ingenieros Militares de Guadalajara, para después servir en la unidad de globos aerostáticos durante la Guerra del Norte de África y como piloto de aviación (1909 a 1916). Durante estos años pudo compaginar sus dos grandes pasiones, la ingeniería y la fotografía, pues fue destinado al servicio de fotografía aérea.

Al regreso de su estancia en el Norte de África, en 1923 fundo Construcciones Aeronáuticas S.A. (C.A.S.A.) y en 1950 la Sociedad Española de Automóviles de Turismo (S.E.A.T.).

Hombre de gran vitalidad y sentido del humor, traspasó la barrera del sonido volando con un rector de la fuerza aérea estadounidense cuanto contaba con 73 años. Falleció en Madrid en 1980, cuando contaba con 94 años.

Técnica:

Esta considerado como un representante de la generación del 98 en la fotografía debido a la temática que sigue. En sus imágenes siempre trato de plasmar los caracteres que definen un pueblo, como pueden ser sus costumbres, trajes y lugares.

Sus instantáneas, son de una gran expresividad, e incluso, llegan a simular pinturas mediante los efectos que realizaba en el positivado. El mismo revelaba sus fotografías empleando la técnica carbón-fresson. A pesar de que está modalidad pronto quedó desfasa el Ortiz Echagüe continuó empleándola a lo largo de 75 años. Con está técnica conseguía un mayor contraste, ya que su producción es únicamente en blanco y negro.

Para realizar el carbón-fresson, el papel se cubre con una fina capa de gelatina a la que se añade pigmento negro y se hace fotosensible. De esta manera, se obtienen copias por contacto, donde menos luz recibe queda la gelatina más blanda y blanca, mientras que si recibía más luminosidad se endurece y oscurece. La copia se lava con agua y aserrín, para rozar el papel y eliminar la gelatina blanda con el pigmento negro para que se den zonas blancas, mientras que la endurecida resiste, creando zonas negras.

Una vez obtenida la imagen, y con el papel aun húmedo, la instantánea puede retocarse mediante el uso de pinceles o raspadores. Además de la opción de poder intervenir la fotografía, se obtienen gran cantidad de tonos estables, motivos por los que Ortiz Echagüe apreciaba tanto esta técnica. Finalmente, se obtienen fotografías con un efecto rugoso y aterciopelado.

Sin embargo, no solo se requiere gran habilidad para el manejo de este método, sino que son imprescindibles una buena composición y las luces.

A pesar de todo, sus obras más bien semejan obras pictóricas que fotografías, aunque el autor siempre negó que existiese esta imitación

En 1980, declaró que el mismo tenía que realizar el papel, pero que llegado un momento no pudo continuar realizando fotografías, debido a la perdida de vista del ojo derecho principalmente.

Etapas y obras publicadas:

Ser participe, y consciente, de la modernización industrial que se estaba dando en España y el temor de que este mismo proceso conllevase la perdida de la cultura rural es lo que movió a José Ortiz Echagüe a retratar los trajes, el folclore, las fiestas, los paisajes… en definitiva, y como el decía: “la forma profunda que adopta la personalidad de un pueblo”.

Las fotografías destacan por el empleo de “sfumatos” y desenfoques, lo que aporta a las imágenes la fuerza para representar la lucha entre pictoralismo y fotografía moderna.

El propio Ortiz Echagüe agrupo sus obras en cuatro libros, consideradas como cuatro etapas diferentes de su obra. Posteriormente se añaden otras dos series más a esta clasificación:

-Tipos y Trajes (1930): serie de fotografías, generalmente retratos, de la sociedad española de la época. Son imágenes cargadas de gran folclorismo donde los gestos y las miradas de los retratados pueden causar gran impresión.

- España, Pueblos y Paisajes (1939): no se trata de simples reproducciones de lo que se veía en el momento, sino de imágenes cargadas de contrastes ente las tierras y los pueblos.

- España Mística (1943): se centra en las creencias populares, procesiones y romerías en general, y en las comunidades religiosas de clausura.

- España, Castillos y Alcázares (1956): además de a los pueblos y paisajes, les dedico una especial atención a los castillos y alcázares de la península, por lo que se consideran una etapa aparte.

- Marruecos: realizada mientras ejercía de ingeniero militar (1909-1916) en los territorios españoles del norte de África.

- Fotos familiares: retratos que realizo a miembros de su familia.

Actualmente gran parte de su obra se ha reunido en el Legado Ortiz Echagüe, en la Universidad de Navarra. Donada por su familia, recoge cerca de 1.000 composiciones originales y 20.000 negativos.

Análisis:

Muchas de las fotografías que realizo son retratos, donde la importancia suele recaer en la mirada, pero también en las manos, ya que de su hermano Antonio aprendió la importancia que estas tienen en la expresividad, no solo de la persona, sino también de la imagen.

La regla de los tercios se cumple en muchas de sus fotos, pues el objeto principal, salvo excepciones, se sitúa en uno de los puntos de intersección que indica esta directriz.

Lo mismo ocurre con las líneas si surgen, como puede apreciarse en la imagen de los romeros. El fondo siempre simple, y el que la técnica resalte los contraste ayuda a dotar de protagonismo al elemento principal.

Da la sensación de ser fotografías tomadas con mucha paciencia, es decir, de una larga exposición. Como ya se ha mencionado antes, los retratos, incluso las imágenes de los castillos, o las realizadas al clero, dan una imagen estereotipada, permiten construir prototipos de aquellos a quien retrata.

La técnica carbón-fresson da a las fotografías la apariencia de un grabado. Lo que hace de este autor cuanto menos, original.

Por último, añadir que las instantáneas además de la calidad fotográfica que puedan tener, sirven como un gran archivo antropológico de las costumbres, paisajes y gentes de la época.

La fotografía con la que se dio a conocer, y realizada cuando contaba con tan sólo 18 años, fue Sermón en la aldea:


Enlace fotográfico: http://www.elmundo.es/fotografia/2006/04/jose_ortiz_echague/05.html

Imágenes por orden de aparición:

http://museodeltraje.mcu.es/galeria/img_54/MT-FD00347.jpg

http://estaticos03.cache.el-mundo.net/fotografia/2006/04/jose_ortiz_echague/img/foto3.jpg

http://museodeltraje.mcu.es/galeria/img_54/MT-FD00471.jpg

http://www.exibart.com/profilo/imgpost/rev/783/rev29783(1)-ori.jpg

http://estaticos01.cache.el-mundo.net/fotografia/2006/04/jose_ortiz_echague/img/foto8.jpg

http://www.fotomundo.com/img/notas/152.jpg

http://estaticos03.cache.el-mundo.net/fotografia/2006/04/jose_ortiz_echague/img/foto6.jpg

Información:

http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Ortiz_Echag%C3%BCe

http://www.euskonews.com/0161zbk/gaia16105es.html

http://www.archimadrid.es/alfayome/menu/pasados/revistas/99/sep99/num176/raices/raices.htm

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/04/05/cultura/1144244613.html

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/ortiz_echague.htm

martes, 8 de enero de 2008

¿Piensan los jóvenes?

La impresión prácticamente unánime de quienes convivimos a diario con jóvenes es que, en su mayor parte, han renunciado a pensar por su cuenta y riesgo. Por este motivo aspiro a que mis clases sean una invitación a pensar, aunque no siempre lo consiga. En este sentido, adopté hace algunos años como lema de mis cursos unas palabras de Ludwig Wittgenstein en el prólogo de sus Philosophical Investigations en las que afirmaba que "no querría con mi libro ahorrarles a otros el pensar, sino, si fuera posible, estimularles a tener pensamientos propios".

Con toda seguridad este es el permanente ideal de todos los que nos dedicamos a la enseñanza, al menos en los niveles superiores. Sin embargo, la experiencia habitual nos muestra que la mayor parte de los jóvenes no desea tener pensamientos propios, porque están persuadidos de que eso genera problemas. "Quien piensa se raya" -dicen en su jerga-, o al menos corre el peligro de rayarse y, por consiguiente, de distanciarse de los demás. Muchos recuerdan incluso que en las ocasiones en que se propusieron pensar experimentaron el sufrimiento o la soledad y están ahora escarmentados. No merece la pena pensar -vienen a decir- si requiere tanto esfuerzo, causa angustia y, a fin de cuentas, separa de los demás. Más vale vivir al día, divertirse lo que uno pueda y ya está.

En consonancia con esta actitud, el estilo de vida juvenil es notoriamente superficial y efímero; es enemigo de todo compromiso. Los jóvenes no quieren pensar porque el pensamiento -por ejemplo, sobre las graves injusticias que atraviesan nuestra cultura- exige siempre una respuesta personal, un compromiso que sólo en contadas ocasiones están dispuestos a asumir. No queda ya ni rastro de aquellos ingenuos ideales de la revolución sesentayochista de sus padres y de los mayores de cincuenta años. "Ni quiero una chaqueta para toda la vida -escribía una valiosa estudiante de Comunicación en su blog- ni quiero un mueble para toda la vida, ni nada para toda la vida. Ahora mismo decir toda la vida me parece decir demasiado. Si esto sólo me pasa a mí, el problema es mío. Pero si este es un sentimiento generalizado tenemos un nuevo problema en la sociedad que se refleja en cada una de nuestras acciones. No queremos compromiso con absolutamente nada. Consumimos relaciones de calada en calada, decimos "te quiero" demasiado rápido: la primera discusión y enseguida la relación ha terminado. Nos da miedo comprometernos, nos da miedo la responsabilidad de tener que cuidar a alguien de por vida, por no hablar de querer para toda la vida".

El temor al compromiso de toda una generación que se refugia en la superficialidad, me parece algo tremendamente peligroso. No puede menos que venir a la memoria el lúcido análisis de Hannah Arendt sobre el mal. En una carta de marzo de 1952 a su maestro Karl Jaspers escribía que "el mal radical tiene que ver de alguna manera con el hacer que los seres humanos sean superfluos en cuanto seres humanos". Esto sucede -explicaba Arendt- cuando queda eliminada toda espontaneidad, cuando los individuos concretos y su capacidad creativa de pensar resultan superfluos. Superficialidad y superfluidad -añado yo- vienen a ser en última instancia lo mismo: quienes desean vivir sólo superficialmente acaban llevando una vida del todo superflua, una vida que está de más y que, por eso mismo, resulta a la larga nociva, insatisfactoria e inhumana.

De hecho, puede decirse sin cargar para nada las tintas que la mayoría de los universitarios de hoy en día se consideran realmente superfluos tanto en el ámbito intelectual como en un nivel más personal. No piensan que su papel trascienda mucho más allá de lograr unos grados académicos para perpetuar quizás el estatus social de sus progenitores. No les interesa la política, ni leen los periódicos salvo las crónicas deportivas, los anuncios de espectáculos y algunos cotilleos. Pensar es peligroso, dicen, y se conforman con divertirse. Comprometerse es arriesgado y se conforman en lo afectivo con las relaciones líquidas de las que con tanto éxito ha escrito Zygmunt Bauman.

Resulta muy peligroso -para cada uno y para la sociedad en general- que la gente joven en su conjunto haya renunciado puerilmente a pensar. El que toda una generación no tenga apenas interés alguno en las cuestiones centrales del bien común, de la justicia, de la paz social, es muy alarmante. No pensar es realmente peligroso, porque al final son las modas y las corrientes de opinión difundidas por los medios de comunicación las que acaban moldeando el estilo de vida de toda una generación hasta sus menores entresijos. Sabemos bien que si la libertad no se ejerce día a día, el camino del pensamiento acaba siendo invadido por la selva, la sinrazón de los poderosos y las tendencias dominantes en boga.

Pero, ¿qué puede hacerse? Los profesores sabemos bien que no puede obligarse a nadie a pensar, que nada ni nadie puede sustituir esa íntima actividad del espíritu humano que tiene tanto de aventura personal. Lo que sí podemos hacer siempre es empeñarnos en dar ejemplo, en estimular a nuestros alumnos -como aspiraba Wittgenstein- a tener pensamientos propios. Podremos hacerlo a menudo a través de nuestra escucha paciente y, en algunos casos, invitándoles a escribir. No se trata de malgastar nuestra enseñanza lamentándonos de la situación de la juventud actual, sino que más bien hay que hacerse joven para llegar a comprenderles y poder establecer así un puente afectivo que les estimule a pensar.


Texto: Jaime Nubiola, Profesor de Filosofía en la Universidad de Navarra

Publicado en: La Gaceta de los Negocios (Madrid) el 20-XI-2007


Retratos

Jone Aguirreolea

Dedicarse a la docencia es algo que a Jone le viene por vocación, ya que su padre se dedicaba a la enseñanza de didáctica, “la hora de clase es la que más me aporta”. La Doctora Aguirreolea es Licenciada en Bioanálisis por la Universidad Central de Venezuela, cuando estaba a punto de terminar sus estudios, las cosas se complicaron en su país, así que decidió viajar a Francia. Sin embargo, termino en Pamplona. Admite que está ciudad le gusta mucho, y eso que ha tenido que viajar por diversos lugares, bien por motivos familiares, bien por motivos relacionados con su trabajo.

Una vez en Pamplona, y cuando se licencio y doctoro en Ciencias Biológicas en la Universidad de Navarra. Comenzó como profesora de microbiología, puesto que estaba muy relacionado con el análisis clínico, paso por análisis de alimentos y finalmente se sumergió en el mundo de las plantas. Su tesis doctoral fue sobre microbiología de plantas. Con el paso de los años se hizo cargo de las asignaturas Fitopatología y la Biotecnología Vegetal, en las cuales se unían sus grandes pasiones: la docencia, las plantas y el análisis clínico.

Además de compaginar la enseñanza con la investigación, es la subdirectora del Departamento de Biología Vegetal y la jefa de esta sección.

Actualmente está en el Proyecto Genómico de Vid que subvenciona Genoma España. Se trata de una investigación de gran envergadura, ya que actúan conjuntamente todos los grupos de genómica y universidades de Canadá, estudian como influyen las condiciones ambientales en la expresión de genes relacionados con la calidad de la uva. Al mismo tiempo, trabaja en otro proyecto, este relacionado con los residuos. Está investigación se centra en si la aplicación de lodos de depuradora a nivel agrícola, concretamente en si tienen efecto sobre el pimiento de variedad piquillo y la enfermedad de la seca del pimiento.